jueves, 17 de septiembre de 2009

Selfridges Birmingham

Existe en Birmingham un edificio de los que justifican un viaje.
Desgraciadamente Birmingham no tiene muchos atractivos extras y no la he podido visitar.
Birmingham es una ciudad en el centro de Inglaterra considerada como "la segunda ciudad inglesa" con casi un millón de habitantes.
No deja de ser una ciudad fea, deprimente y aburrida que quedó muy maltratada por las bombas de la Segunda Guerra Mundial y se reconstruyó de mala manera.
Cuando Jan Kaplicky (creador de Future Systems) tomó el proyecto de la construcción se propuso crear un "landmark" para Birmingham capaz de atraer turismo y de catalizar la regeneración urbana por una parte y revolucionar el concepto de centro comercial por la otra.
El sitio escogido por Selfridges está en el centro llamado Bull Ring donde se ubicó el mercado en el siglo XII y que es el área tradicional comercial, aunque había caído en un largo abandono, junto a la iglesia de St. Martin.
Dicha iglesia tampoco es un prodigio arquitectónico y ocupa el lugar de un templo gótico que estuvo durante siete siglos allí pero que se levantó de nuevo en el s. XIX. Además ha sufrido bombardeos y restauraciones varias.
El arquitecto afirmó que el juego entre lo religioso y lo comercial le habían llevado a la idea de potenciar ambas visiones como metáfora de la ciudad: Birmingham es un gran centro de comercio con una religiosidad muy presente.
El edificio parte de un bloque preconstruido pero reconvierte el espacio y crea una obra estimulante, original, sensual, contemporánea (y todos los adjetivos que querais añadir).
La fachada consiste en 15000 discos de aluminio adonizado de 60 cm de diámetro puestos sobre una superficie azul. Según Jan Kaplicky se inspiran en un vestido de Paco Rabanne.
El efecto de la fachada es sorprendente y mágico. Nada es ortogonal ya que Future Systems siente una predilección por los temas orgánicos. Además sus curvaturas y evoluciones imprevisibles hacen que sea un objeto único. En la piel destacan amplias terrazas de azul metálico sustentadas por soportes de acero, ventanas obaladas o ameboidales enfatizadas por marcos amarillos. Además el edificio carece de rótulos exteriores y sólo se entrevé el interior por las pocas puertas de la planta baja, aunque todo el mundo sabe que hay en su interior.
Pero es una esquina donde el edificio toma un aire amenazador. Tres aberturas crean la sensación de un ser ciclópeo con una pasarela de 15 metros azul suspendida en el aire y cubierta de policarbonato que cruza la avenida Moor.

Pero es de noche cuando el edificio cobra vida y adquiere un aire más mágico con sus tonalidades y juegos de color.

El interior también es espectacular con dos grandes pozos de luz y con escaleras recubiertas de metal que recuerdan a esculturas, partes de una nave espacial o huesos.

Cuando se inauguró las críticas fueron durísimas, un crítico afirmó que "es una mostruosidad extraterrestre que ha aterrizado en medio de la ciudad, sin ningún respeto por la hermosa iglesia gótica que está a su lado.
Es una muestra abominable de la irreverencia a su entorno histórico ..." pero con el paso del tiempo y el aplauso de los ciudadanos el Selfridges ya es un icono de la ciudad. Además el RIBA (Instituto Real de Arquitectos Británicos) le dio un merecido premio.

La relación con los religiosos de St. Martin es espléndida hasta el punto que ofrecen café y servicios religiosos exclusivos para los compradores y creen que el edificio colabora a dar alegría y regocijo a la comunidad.

El creador del edificio Jan Kaplicky es un arquitecto checo que tuvo que abandonar su país en 1968 después de la Primavera de Praga. Se instaló en Londres y entró en el estudio de Richard Rogers y Renzo Piano donde les influenció con sus ideas. Desgraciadamente al no tener pasaporte británico no pudo acompañarles a París a realizar el Centro Pompidou que los consagró. Trabajó entonces durante 4 años con Norman Foster hasta que en 1979 abrió su propio estudio: Future Systems.
Future Systems durante muchos años se dedicó sólo a edidicions temporales o desmontables hasta que en los 90 se le empiezan a hacer encargos de peso.
Desgraciadamente Kaplicky falleció el pasado 14 de enero de un infarto cuando estaba en la cresta de la ola, trabajaba en el proyecto de su vida: la Biblioteca de Praga donde quería cubrir el edificio con un manto de color champán y esperaba el nacimiento de su segunda hija Johanka.

Démonsle un gran homenaje a este gran olvidado de la arquitectura del siglo XX (aunque con aires al XXI o XXII) que consiguió combinar las formas de la naturaleza con la tecnología.

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